Me preguntó:
¿Me escribirás alguna vez un poema de amor?
(susurro) pero siempre escribo poemas de amor,
(fuerte) yo siempre escribo poemas de amor,
(duda) quizá… reconozco…
que hace años que no escribo de ese amor,
hace años que no escribo de ese amor
que es bomba química,
que destruye la realidad,
de esa flojera que entra en los pies.
Hace, hace, hace
mucho tiempo
hace tanto tiempo que no deletreo los colores de esas traviesas mariposas
que a veces pueblan nuestros estómagos,
no busco esas metáforas que desdibujan mi nublado cerebro ni
mi corazón agitado,
ya no cabalgan entre pelos de gallina palabras susurrantes que
acaban muriendo en besos,
esas respiraciones que se posan en tu cuello y preceden
maremotos y tormentas,
hace años que no escribo en letras ese amor.
No,
esos poemas los escribo directamente con mis manos,
directamente en piel.
No quiero escribir ese tipo de poemas de amor si no es en piel.
No quiero musas que me inspiren
quiero iguales que me acompañen.
¿Cómo describo con palabras poemas creados a cuatro manos?
Aún así…
¡Aún así, todos mis poemas son poemas de amor!
Acaso…
¿Acaso no son poemas de amor
aquellos que denuncian las injusticias,
los que intentan destruir el temor,
los que se alzan ante cada una de las guerras,
aquellos que toleran la escasez pero no la desigualdad,
poemas que aman la libertad y tratan de destruir la tiranía?
¿Un poema revolucionario es otra cosa que una declaración de amor?
De nada sirven los poemas revolucionarios sin los poemas en piel,
de nada sirven los poemas en piel sin los poemas revolucionarios.
Yo no quiero escribir poemas solo de amor,
estoy harto de los poemas solo de amor,
el amor y la revolución pueden llenar mil libros,
pero agonizan si nos conformamos con escribirlos.
Así que
¿y si en vez de escribirlos
usamos nuestras manos?
Tú, yo, nosotros
¿y empezamos a vivirlos?
poema de Nacho Lázaro Cano