Déjame eyacular en tu córnea
Diseminarme por tus orificios dilatados
Beber de tu sudor rosado
deslizarme suavemente por tu clavícula
Déjame hacer
Desvelar el velo
desligar la liga
encapsular tu aliento
Amarrarme a la dársena de tu cadera
Anudarme a la goma de tu cintura
y después
cuando ya no queden horas
aún despierto y danzarín
succionar, apretar, empapar
deshumanizarte
arrojarnos al mar muerto
caer por la infinita madriguera
suspendidos de empleo y sueldo
salvajes como arañas
trepándonos, amamantándonos, dándonoslo
todo
Cógeme desprevenido
Retuérceme bajo tu pecho
y déjame sin respiración
Alárgame tu brazo
para sentirlo más adentro.
No tengo nada que perder
abandonado
extático
ante la belleza angelical de tu carne desnuda
Todo el mundo quiere ser alguien
y, sin embargo, nosotros
somos
Nos miramos
al borde del abismo
y sufrimos la ilusión de ver recompuestos los pedazos
remendados todos los males
Nuestros ombligos son nuestros
y giran
uno frente al otro
como un torno
infinito
Nosotros somos
la hoguera eterna
el azul del cielo
el humo de la creación
Somos héroes de fuego alumbrando la noche
volando sin nombre
gruñendo en la cama
vociferando en la cueva
bramando en el fondo del mar
Así que sí, te quiero, amada mía
Si es que necesitas saborearlo
te lo recito al oído
labremos esta tierra fértil atrincherados
en nuestro fuerte absolutamente penetrable
hecho de sábana y amasijo de besos
espacio que pronto se convertirá en sueño apagado
absorbidos por la lascivia impaciente de quien no sabe nunca ser apropiado
Expulsados del paraíso
proscritos de la guerra del mundo
Nuestros cuerpos
enroscados
Nuestros pies
ingrávidos
Nuestros aullidos
ahogados
Nuestras almas
afines
Embriagado como estoy
del rocío de tu piel
me dices bombón
y te muerdo
me pellizcas
en medio de este clímax colgante
y te digo
nunca me dejes ir
No cariño
jamás
nunca nos encontrarán
en este fecundo lapso hecho de tiempo.